Terrormolins 2023 (I): Inauguración y Actos Paralelos

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La Mesita del Comedor✭✭✭✭✭✭✭✭✭✭N/A

Un año más, con el frío asomando por el calendario, volvíamos a esa época del año en que a los cinéfilos aficionados al terror se nos dirige a Molins de Rei para otra edición más de Terrormolins, y con ésta van 42. Y esta edición especial por varias razones, y es que aunque es la edición 42, se cumplen 50 años desde la primera que se realizó, compuesta por una maratón de 16 horas en julio de 1973 y de la que ya hicieron un homenaje en la exposición de las 40 ediciones del festival, que cubrimos en su momento

Pero otra de las razones de por qué es una edición especial es porque esta actual edición 42, cual aquelarre, Terrormolins viene de la mano con otro festival del territorio español, la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia, hermanándose en compartir el mismo leitmotif: el fenómeno místico e histórico de las brujas. De aquí que dicho leitmotif este año sea bilingüe, en euskera y catalán: «Sorginak/Bruixes», y que sus actos paralelos fueran compartidos y enfocados en esta temática, como la exposición homónima de 24 ilustradoras alrededor del concepto de «bruja», y un libro escrito por Elisa McCausland y Diego Salgado acerca del fenómeno pop y audiosivual de la bruja, llamado «Beso Negro. Brujería, cine y cultura pop» forman parte del leitmotiv compartido.

Presentación del libro «Beso Negro. Brujería, cine y cultura pop»

Como los propios autores explican, el título del libro era una declaración de intenciones fuera de todo morbo, y es que el beso negro, prácticas sexuales aparte, simboliza el sometimiento de un ser humano a los hechizos del mal a través del beso en el ano del diablo, «su otra boca». A partir de ese simbolismo, Elisa McCausland y Diego Salgado recorren la brujería desde el prisma de la cultura popular, principalmente el cine pero también el cómic, la literatura juvenil o fantástica, y las series televisivas, sin olvidar los más recientes trending topics de brujería como forma de vida (o como rebelión hacia los valores contemporáneos) que se han instaurado en nuestra época mediante retos y tendencias en TikTok.

Así, McCausland y Salgado hablaron de su obra, con Gloria Massana mediando el debate en la sala de exposiciones Ca n’Ametller el primer día de festival por la tarde, ese viernes 3 de noviembre por la tarde. Y lo hicieron remarcando las dos caras de la misma moneda que serían el brujo y la bruja, dos figuras tan antagónicas como complementarias y seductoras hacia una sociedad, que quien más y quien menos, puede verse autoanalizado y situado enmedio de este  espectro de constructo simbólico. El brujo, aunque aparentemente antihegemónico y en contra de los poderes establecidos, buscaría ser un sumo sacerdote de un nuevo orden instaurado por él mismo, mientras que la bruja se focaliza más en la marginalidad y la invisibilidad para crear una comunidad al margen del poder destablecido entre otras brujas, con la sororidad como objetivo. De estos constructos que han devenido arquetípicos, los autores señalaban cómo, aparte de que la bruja se ha llevado la mejor parte y es vista actualmente con mejores ojos que un brujo, el muestrario audiovisual de tendencias populares, con series como Sabrina o Embrujadas, o el personaje artúrico de Morgana, que en los últimos años ha visto ampliado no sólo su protagonismo sino su propio punto de vista en el legendarium, son claros reflejos de una posición social hacia el feminismo y el ensombrencimiento de la mujer.

Exposición «Sorginak / Bruixes»

Tras la presentación del libro y la pertinente charla con los autores y la firma de mi ejemplar, nos quedábamos en Ca n’Ametller para la inauguración de la exposición «Sorginak/Bruixes» a cargo del comisario de ésta, Borja Crespo, que nos guió a través del concepto de la bruja con las 24 ilustraciones a cargo de 24 nombres femeninos del mundo de la ilustración, del diseño o del cómic, donde la libertad creativa fue el motor total, como el propio Crespo explicaba. 

Resulta curioso ver la exposición en global y observar cómo dicha libertad creativa ha fluido en todas ellas con influencias cinematográficas o del cómic, pero también históricas o incluso mitológicas, y sin embargo las 24 huyeron de la imaginería oscura y pérfida del personaje.

Sesión inaugural: «La Mesita del Comedor»

Y ahora sí, llegaba el momento de la primera sesión cinematográfica del festival, con «La Mesita del Comedor» de Caye Casas, quien tras «Matar a Dios» llegaba con su última película bajo el brazo, casi literalmente. Una película independiente, sin respaldo institucional de ningún tipo, sin distribuidora, pero que sin embargo, es como el slogan de la famosa cerveza: donde va, triunfa. Y es que tras su paso por los principales festivales de género del mundo —expecto Sitges, inexplicablemente—, «La Mesita del Comedor» aterrizaba en Terrormolins con la fama de ser premiada en todo certamen donde se proyectaba, sino con el calificativo de película más cruel del año. Las expectativas estaban por las nubes, y por una producción catalana. Y con el director y sus actores principales en Molins de Rei para la presentación y un posterior Q&A. No podía haber inauguración mejor.

Como decía, las expectativas estaban altísimas, y aún así, nadie estaba preparado para lo que se iba a ver en la pantalla de La Peni. Su humor negro es brillante, su manejo de la tensión es incómodo hasta decir basta, su terror es tan real que lo sientes dentro, y a su vez, eres incapaz de dejar de ver esta pequeña obra maestra que, con muy poco, ha logrado unas cotas de calidad difíciles de igualar. En su contexto, es perfecta. Quizá su mayor cualidad es precisamente ser una producción casi paria, con una financiación 100% privada y un ajustadísimo presupuesto, que ha permitido tener a Caye Casas las manos en el timón sin sucumbir a ninguna presión por parte de ninguna productora. Quizá es que, además, el cómico David Pareja sorprende a todo el mundo cargando sobre sus hombros un peso brutal de tensión, tristeza, rabia, miedo, y sobretodo, contención y sutileza, y te dan ganas reales de entrar en la pantalla y abrazarlo. O quizá es porque el relato es tan sumamente realista y tan «podría pasarle a cualquiera» que el sello de «película más cruel del año» se lo gana a pulso. Pero cruel para quien la ve, no porque sea violenta, o gore, o tenga unos sustos que te hagan saltar del asiento, sino todo lo contrario.

¿Pero de qué va «La Mesita del Comedor?» Ah no, explicar eso quita toda el alma a la película. Nada más puede saberse que una pareja con su hijo recién nacido decide, por tozudez del hombre, comprar una mesita del comedor de dudoso gusto, para el piso nuevo al que se han mudado y en el que todo lo demás lo ha elegido ella.
En el Q&A, desfilaron tres relatos que describen muy bien la vivencia de lo que es mirar «La Mesita del Comedor». David Pareja contaba cómo él creó el personaje desde dentro, confiriendo un papel casi de vagabundo emocional pero que en su interior tiene una bomba de relojería que explotará en cualquier momento. Estefanía de los Santos, la coprotagonista, contó que cuando leyó el guión llamó a Caye Casas y le gritó «eres un hijo de puta, pero claro que quiero participar en esto». Y Caye Casas, el director, contó que en un festival en Rumanía, durante el Q&A de esa sesión una mujer le dio las gracias porque ella había pasado por lo mismo, y que esa película le había servido como catalizador para liberarse de toda la rabia y culpa que llevaba contenida, llorando a moco tendido y quedando en paz con ella misma.

No sé qué más decir aparte de felicitar a todo el mundo que decidió que esta película tenía que hacerse y participó en ella, y como esa mujer en Rumanía, dar las gracias. Es dura, muy dura, y no será plato de buen gusto para mucha gente. No es de terror disfrutable, es de pasar un mal rato, pero para nada gratuito —más bien terapéutico, como ya se vio en un Q&A—. Es de esas películas que termina muchos días después de haberla visto; y te hace reconciliar con el mundo del celuloide, demostrando como a veces, (mucho) menos es (mucho) más.

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