Cryptshow 2022 (Sesiones Asiáticas)

La crónica de la edición 2022 del Cryptshow no podía terminar sin hacer hincapié en la siempre destacable sesión asiática del festival, que este año fueron dos, y es que si, como es habitual, el sábado 9 de julio se clausuraron las sesiones del Círcol con un espectáculo sci-fi de acción made in China como lo fue «One More Shot», el viernes 8 de julio nos ofrecieron una sesión antológica, de esas que son especiales tanto por temática como por el trasfondo del creador homenajeado. Y es que la sesión dedicada a Toshiaki Toyoda fue totalmente memorable, y a nivel personal, todo un descubrimiento de un autor no solamente inclasificable sino también, y literalmente, en la lista negra de una industria nipona que no ve con buenos ojos su cruda visión de la realidad social japonesa.

Por todo ello se ha decidido, debido a propósitos dramáticos, narrar lo vivido en orden temporal inverso, para terminar la crónica del Cryptshow 2022 con una buena dosis de reflexión y clímax artístico. Y antes de que se pierda entre las palabras de la crónica, resaltar nuestro más sincero agradecimiento a Mike Martínez, del blog Mike y sus Chinos y motor de la sesión asiática del Cryptshow, por traernos semejante bomba artística de relojería y descubrirnos un autor a reivindicar como es Toshiaki Toyoda.

Sábado 9 de julio: One More Shot

Esta película china, producción de plataformas digitales que no pasó ni por los cines de su país, es un auténtico espectáculo de acción donde persecuciones, tiroteos y peleas de artes marciales estarán a la orden del día, todo aderezado con cierto toque futurista mediante un futuro cercano y la realidad virtual. Fan Siu-Wong, protagonista de «The Story of Ricky», encarna al ex-jefe de una unidad de élite de las Fuerzas Especiales que tiene que lidiar con la tragedia de perder a todos sus hombres en una desastrosa misión —una brutal secuencia inicial—. Con una gran depresión y sin trabajo ni rumbo, le ofrecen trabajo como candidato a testear un programa militar secreto de alta tecnología basado en realidad virtual y armaduras militares al más puro estilo «Iron Man». 

Aunque tiene un giro de guión un poco previsible y que quizá no es del agrado de todo el mundo, sus 80 minutos son pura adrenalina que, si bien no gozan de los mejores efectos especiales del mundo, cumplen y permiten que la acción más física logre las cotas más altas de una película que no aburre en ningún momento. Una gran proyección facilitada en colaboración con Trashorama y otro festival que nos roba el corazón, las Nits de Cinema Oriental de Vic.

Viernes 8 de julio: Sesión Toshiaki Toyoda

Cuando, como previa a la sesión dedicada a Toshiaki Toyoda, salen Mike y Victor Muñoz, de Mike y sus Chinos y CineAsia respectivamente, a ponernos en contexto quién es Toshiaki Toyoda, el Círcol contiene la respiración. Sabemos que vamos a presenciar una proyección de esas que se recordarán con el paso de los años cuando se nos explica que Toyoda fue artísticamente perseguido en su Japón natal por ser demasiado crítico con la realidad social de su país y por no doblegarse a los «requisitos buenistas» de una industria cinematográfica que no veía con buenos ojos alguien que dispara contra su propia nación. Hasta el punto que fue injustamente encarcelado por posesión de armas, aunque fuera demostrable que dicha arma era real pero desmantelada, no funcional: una pistola legada por su propio padre. Las malas lenguas dirán que fue la guinda al proceso de intentar sacar del circuito cinematográfico a Toyoda. Cada cual que saque sus propias conclusiones.

Lo cierto es que, tras esto, empezó la sesión de este autor con una trilogía de obras totalmente diferentes tanto en temática como en formato como en duración, pero todas ellas con un fortísimo nivel de carga social y de lucha obrera contra un sistema que ahoga.

Y qué lujo tuvimos en La Musa Que Era cuando Mike, totalmente enamorado de Toyoda, se sienta a mi lado y dispongo de su conocimiento de este artística en una sesión que podríamos catalogar como «con audiodescripción del editor». Como cuando lees un ensayo de un artista plagado de interesantísimas notas a pie de página que completan el discurso de forma idónea. Gracias Mike.

«Wolf’s Calling» (2019, 17 minutos).

Una chica encuentra una reliquia familiar en el altillo de su casa, y dicha reliquia la transportará al pasado, mediante una secuencia onírica, donde lo que parece una batalla en ciernes entre clanes samurai en un templo situado en un bosque, acaba siendo una rebelión conjunta «hacia la cámara», para cargar contra «lo que hay detrás». La interpelación directa al espectador de multitud de samurais mirándote fijamente instándonte a rebelarte contra el sistema es patente, cuando además hay dos detalles brutales de este cortometraje sin diálogos. El primero es que la reliquia que encuentra la chica es, efectivamente, la pistola con la que encarcelaron al mismo Toyoda, que decide enseñarla al mundo en un primerísimo primer plano, en un rodaje hecho justo ponerlo en libertad tras cumplir condena. Pero el otro detalle es el inmenso elenco de actores que se prestaron a participar en un corto que no sólo no tenía financiación, sino que estaba destinado a no pertenecer al circuito oficial japonés: Tadanobu Asano, Kengo Kora, Ryuhei Matsuda y Kiyohiko Shibukawa son solo algunos de los —excelsos— nombres, primeras espadas (nunca mejor dicho) de la industria japonesa que quisieron respaldas a su amigo. Sin duda, toda una obra metarreferencial que es un puñetazo artístico cuando se conoce todo el contexto de Toyoda.

«The Day of Destruction» (2020, 57 minutos).

Un joven monje intentará por todos los medios destruir a un demonios que despertó años atrás de lo más profundo de la tierra, esparciendo una terrible enfermedad que se llevó miles de vidas humanas, entre ellas la de su hermana. De ritmo muy irregular pero con verdades como puños, aquí Toyoda se vale del misticismo japonés y el propio género del J-Horror para narrar no sólo lo vivido en Japón durante la pandemia del Covid-19, sino la pobre y nula gestión de dicha pandemia por la administración japonesa. Es curioso como el templo donde se desarrollaba la acción de «Wolf’s Calling» vuelve a ser protagonista de la narración con el metraje ya avanzado, y sobretodo destacar la moraleja que subyace en la performance ilegal que ejecutan al final de la película en medio de Shibuya, donde el baile contemporáneo se mezcla con el cine de zombies y de infecciones, cámara en mano y con los protagonistas convulsionando en medio de la calle ante la impasible mirada de la población, con huida de la policía incluida —huida real, pues ese rodaje era ilegal—.

«Go seppuku yourselves» (2021, 26 minutos).

Un samurai vagabundo es acusado de propagar una plaga y envenenar a la población del lugar, y posteriormente condenado a ejecutarse el seppuku. En mi humilde opinión, los metrajes cortos se le dan mejor a Toyoda, y donde los casi 60 minutos de «The Day of Destruction» se antojaban algo largos, la media hora de «Go sepukku yourselves» se hace increiblemente corta. Intensa tragedia con el templo de «Wolf’s Calling» como casi único escenario, la última entrega de la llamada «Resurrection Trilogy» de Toyoda tras ingresar en prisión es aún más directa en cuanto a interpelación a la lucha social. Aunque no se demuestra —judicialmente— la inocencia o la culpabilidad del samurai, éste es un recién llegado al lugar, con lo que su condena se debe a que es «lo que no conocemos», el cabeza de turco ideal para todo el mundo y poder olvidarse de encontrar culpables —pero seguir sufriendo—. Y más aún: los poderes fácticos que lo condenan llevan máscaras, máscaras que irán cayendo (metafóricamente) con su discurso previo a realizarse el seppuku, donde carga contra el —corrupto— sistema sociopolítico del lugar, responsables reales del envenenamiento del pozo agua por fines puramente capitalistas. Podríamos calificarlo de metáfora, pero de metáfora no tiene absolutamente nada. Por desgracia.

Sin duda una de las más gratas sesiones asiáticas que recordamos, no sólo en Cryptshow sino en el circuito de festivales al que solemos acudir en La Musa Que Era. El cine como instrumento de denuncia nunca había estado tan patente, y con una calidad cinematográfica tan enorme como la que expone Toshiaki Toyoda en sus obras. Un creador tan maldito como necesario.

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