El Cor Canta se consolida en L’Auditori

Poco menos de un año ha pasado desde ese concierto inaugural de El Cor Canta, una iniciativa surgida por petición de los propios miembros de formar un gran coro de 150 personas, de carácter sinfónico, no profesional pero sí pasional. Y si el pasado 23 de febrero de 2019 fue el concierto inaugural en L’Auditori de Barcelona, recital del que hicimos crónica y donde se estrenó el Gloria de Albert Guinovart, este 2020 ha habido minigira por Catalunya, visitando Terrassa, Torroella de Montgrí, Manresa y por supuesto, Barcelona. Y el 9 de febrero de 2020, L’Auditori acogió a El Cor Canta, acompañada de l’Orquestra de Cambra Terrassa 48, la soprano Irene Mas y el tenor Carles Prat para un nuevo e inédito repertorio, que también incluía una versión revisada y más lírica del Gloria de Guinovart (cambiando el órgano de iglesia por un piano), así como el estreno absoluto de las dos obras ganadoras del concurso internacional de composición que organizó el propio coro.

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El concierto empezó con las dos obras inéditas, de 15 minutos cada una y dirigidas por Eva Martínez i Tomé. La primera, «Visions i Cants» de Angel Perez Ortega, una rapsodia para soprano, coro y orquesta basada en poemas de Joan Maragall recogidos en el libro homónimo y situada en este romanticismo moderno tan de Brahms, o en referencias más modernas, Joe Hisaishi e incluso de Albert Guinovart, con esas suaves y agradables líneas melódicas y ese sorpresivo fragmento sardanístico tan bien realizado y que la Orquestra de Cambra Terrassa 48 interpretó con suma elegancia y gran sinergia con los 150 cantores e Irene Mas, soprano invitada y que también participó en el segundo acto, en el Gloria de Guinovart. Un gran inicio de un joven y prometedor compositor que no llega a la treintena, y que fue rubricado por la segunda obra inédita, «Camí de Sol» de Gerard Lopez Boada, iniciada con un épico y militarístico 7/4 que introducía y terminaba la pieza con el micropoema «Les formigues» de Joan Salvat-Papasseit, con una enorme sección central para orquesta, coro y el tenor Carles Prat (quien cantó con mucho sentimiento pero al que costó oírlo en los tuttis), dedicada a otro poema de Papasseit, «Ara no es fa, però jo encara no ho faria», con un lirismo y una tesitura coral muy cercana a las armonías de Karl Jenkins, a ese medio caballo entre el romanticismo y la modernidad sobretodo con esas piezas en las que intervenía el barítono Bryn Terfel, como «Grey» en In This Stones Horizons Sing (2005), o «Then Silence» o «And Once Upon a Time» en Cantata Memoria (2016).

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Fue de una gran satisfacción ver obras sinfonico-corales tan actuales y al mismo tiempo tan líricas, melódicas y luminosas, como la pieza «Frágil» de Clara Abascal que se interpretó en el Palau de la Música pocos días atrás con la bienvenida Orquestra Simfònica Solidària de Barcelona e Isabel Péréez Dobarro al piano. En un siglo, el XXI, donde la música sinfónica parece supeditada al eclecticismo, las polifonías y a las disonancias, más al servicio de la capacidad y el talento de compositor y que al de la propia entidad musical, es de mérito destacar este post-romanticismo tan bien llevado y ejecutado por compositores contemporáneos, y tan próximos y del que es un gran bastión la música de Albert Guinovart, protagonista del segundo acto con su revisión del Gloria.

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Compositivamente el Gloria de Guinovart, de 35 minutos, no ofreció novedades en su estructura de siete movimientos, aunque sí que sonó mucho más orgánico y más trabajado por los miembros del coro, sintiéndose mucho más cómodos con él un año después: el complejo «Laudamus Te» sonó impecable, y la parte final del «Qui sedes ad dexteram» y el «Quoniam» una delicia, con ese piano sustituyendo al órgano añadiéndole agradabilidad y lirismo, exactamente lo que pedía la nueva dirección de Elisenda Carrasco i Ribot en clara contraposición a la conducción más épica y solemne de Pere Lluis Biosca del año pasado. ¿Cuál es mejor Gloria? No sabría decir, las dos me parecieron excelentes en sus tonos. Lo que sí sé es que la elección del piano y el órgano fueron sin duda las opciones acertadas en cada una de las versiones, como pude comentar al final del concierto tanto con el mismo Albert Guinovart como con Sígfrid Quer, presidente de El Cor Canta, así como numerosos integrantes del coro. Una auténtico goce de concierto dentro y fuera del escenario, donde el trato con los cantores y la gente involucrada en el proyecto reflejaba sin duda la pasión con la que impulsan este El Cor Canta del que, espero, pronto tengamos nuevas noticias.

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