Inspiraciones Gaudinianas para Banda

Iniciamos nuestro periplo 2019/2020 de la Banda Municipal de Barcelona con el encuentro que una vez al año se celebra entre dicha formación y los músicos de la ESMUC, la Escola de Música de Catalunya. Y si el año pasado tuvo lugar ese hermoso recital de «ángeles y demonios», este año tampoco estaba muy apartado del simbolismo demoníaco, aunque no desde una perspectiva tan bíblica sino más bien como personificación de lo divino, la naturaleza y el arte como motores de la Humanidad, donde el demonio quizá tiene bastante que decir.

Con todo obras del siglo XX en la primera parte, el recital empezó con el elegante Homenaje a la Tempranica, del maestro Joaquín Rodrigo (sucesor de Albéniz, Falla y Granadosi y contemporáneo de Gaudí), y continuó con uno de los momentos estelares de la tarde: El Demonio, un delicioso y épico poema sinfónico de Paul Huber sobre la eterna lucha entre el bien y el mal, con un control brutal de los metales, grandes protagonistas de esos enormes 12 minutos. Para terminar ese primer acto, las dos Bandas nos obsequiaron con las miniaturas que componen el divertimento para banda On Winged Flight, del pionero Gunther Schuller, que inauguró el camino de simbiosis entre lo sinfónico y lo jazzístico, con especial gusto por el minimalismo y esa forma tan compleja de componer pero que personalmente me cuesta tanto entrar, con disonancias rápidas y continuas entre solistas de la banda, que se rubricaron en la parodia final.

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Veinte minutos de descanso, y llegamos al plato fuerte anunciado del programa, la suite para banda estrenada el pasado 2018 del valenciano José Suñer y que en su colosal composición de casi media hora recorre distintas obras de Antoni Gaudí, desde desde La Pedrera hasta la Sagrada Familia pasando por el Palacio de Astorga. Como la ciudad más gaudiniana del mundo, Barcelona se merecía poder interpretar, con la presencia del compositor, y a dos bandas (necesarias) este Soulful Stones, estas «piedras con alma», donde aparte del epiquísimo movimiento final dedicado a la Sagrada Familia, que incluye un hermosísimo y grandilocuente arreglo de la Santa Espina, es necesario destacar un primer movimiento un tanto experimental pero con un final donde toda la banda deja sus instrumentos para devenir un coro gigantesco, y un segundo movimiento sobre la Casa Batlló que recordaba, y para bien, al gótico Danny Elfman de Batman, del cual pudimos oír referencias en el reciente «Live in Concert» de Nightmare Before Christmas, en el mismo Auditori de Barcelona con la OBC.

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Un público en éxtasis con ese final sardanístico fue recompensado con la reinterpretación de ese final a modo de bis, y con ello se daba punto y final a un concierto con altibajos, pero con unos altos muy, muy altos. Estupendo relevo el del director artístico José Pascual Vilaplana, que sigue apostando por un reportorio no convencional y agradecido.

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