El pasado 25 de julio de 2019, la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu, bajo las órdenes de Josep Pons, dio un concierto especial, primero por su naturaleza enteramente sinfónica sin voces, y segundo por ser una obra que personalmente me viene fascinando desde ese lejano año 1998 cuando descubrí el CD de la grabación original de Telarc (que data de 1987) por parte de la Berlin Philarmoniker y dirigida por su artífice, Lorin Maazel.
Este Anillo Sin Palabras sintetiza la célebre tetralogía El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner en forma de suite sinfónica de 70 minutos de duración estructurada inteligentemente por Maazel en un solo movimiento, sin pausas, como le gustaba al propio Wagner, que incluye los más célebres leitmotifs desde la Entrada de los Dioses al Valhalla hasta la escena de La Inmolación, sin olvidar a Sígfrido ni la Cavalgata de las Valkirias, empezando por la obertura de El Oro del Rhin y terminando con la última nota de El Ocaso de los Dioses, formando una especia de banda sonora de la ópera que sorprende por no incluir ni un solo pasaje vocal ni ninguna aria, y aún así reunir toda la potencia del Anillo Wagneriano.
Los 5 minutos de aplausos con gente en pie demostraron que, una vez más, la Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu y Josep Pons están a un enorme nivel, y que habiendo interpretado las cuatro óperas del Ciclo del Anillo hace escasos años, dominan la partitura wagneriana a un altísimo nivel.
LA MUSA QUE ERA 