El pasado 16 de diciembre, la enorme sala 5 de los Aribau Cinemes se vistió de gala para acoger a los 60 músicos de la Orquestra Simfònica Camera Musicae y al gran maestro Anthony Gabriele para interpretar, al perfecto compás de la proyección de la obra maestra de Alfred Hitchcock, Vértigo, la obra maestra paralela que ideó Bernard Herrmann para la banda sonora de dicho film -considerada por muchos la mejor música de cine de la historia-.
El espectáculo corrió a cargo de Reel Solutions BCN, quién ya estuvo a cargo de la producción de las proyecciones sinfónicas de Casablanca y Singin’ in the Rain el año pasado y el anterior, donde también pude asistir y hablé en El Cinèfil de la maravillosa experiencia que supusieron uno y otro concierto. Precisamente en el de Singin’ in the Rain fue donde conocí al maestro Gabriele y donde nació una buena amistad y colegueo profesional, y por la cual pude comentar con él después de este último concierto curiosidades y detalles de lo increíble que fue, como descubrir que ésta es su banda sonora favorita (y no es para menos).
Siempre destaco en los conciertos de Reel Solutions BCN con la OCM la oportunidad única de poder oír bandas sonoras de excelentes filmes clásicos con el sonido real de la orquesta (pues en los años 50-60 la tecnologia era la que era), pero en Vértigo eso cobró una nueva dimensión cuando durante el concierto se pudieron oír instrumentos que directamente no están presentes en la película por culpa del registro de la música en esos años, como las fantásticas castañuelas que suenan durante la pesadilla que sufre el protagonista y que le sume en el estado detonante de la insana segunda mitad del film. Y aparte del buen hacer de Anthony Gabriele con una partitura compleja y que tiene que ser sincronizada con la película mediante relojes analógicos y no con el moderno sistema de barras, mencionar el siempre excelente trabajo de los músicos de la OCM, pues supieron dotar de vida una banda sonora que tiene que viajar continuamente por tonos calmados, románticos, insanos y hasta terroríficos con únicamente pequeñas variaciones sobre los mismos 3 leitmotivs con los que Herrmann juega inteligentemente, sobretodo con ese ritmo de habanera que con su sola presencia ya «vemos» a Carlota.
Un impresionante ejercicio de 2 horas donde me impresionó mucho la excelente acústica de la Sala 5 de los Aribau Multicines, donde sin ningún micrófono auxiliar incluso el arpa y el más suave instrumento tuvo el poder suficiente para expandirse rompiendo la 4a pared del cine hacia la platea. la fantástica música de Bernard Herrmann cobró vida de una forma inédita y que se pudo disfrutar en 5 conciertos durante 3 días en Madrid, Zaragoza y finalmente Barcelona.
LA MUSA QUE ERA 